OPINIÓN

Destruyendo a otro líder afroamericano

Por José Vantroy Reyes

A lo largo de la historia, cada vez que un hombre negro destaca y desarrolla un liderazgo con la disciplina y el carácter necesarios para influir ampliamente en la toma de decisiones, los mismos demonios se desatan. Esto ocurre incluso hoy, 60 años después de la firma de la Ley de Derechos Civiles de 1964.

Los acontecimientos recientes con el alcalde Eric Adams en la ciudad de Nueva York me recuerdan a lo que sucede en un pequeño pueblo pesquero de mi natal República Dominicana, donde los pescadores de cangrejos, tras pasar la temporada de lluvias cuando abundan los truenos, aprendieron a crear truenos artificiales para confundir a sus presas. Estos truenos artificiales confunden a los cangrejos que salen de sus cuevas y cuando intentan regresar, ya es demasiado tarde; la olla y el cocinero los esperan, listos para devorarlos.

En la política contemporánea las clases trabajadoras luchan por sobrevivir entre insatisfacciones y la frustración de no poder mejorar sus ingresos, esto las convierten en presas fáciles de los “truenos” falsos y son capturados fácilmente por los titiriteros del sistema, quienes, con astucia, mueven los hilos y atrapan a sus “cangrejos” mediante truenos mediáticos  y campañas de desprestigio cuidadosamente diseñadas para socavar la credibilidad del liderazgo afroamericano en los Estados Unidos.

Diversos documentos históricos muestran cómo los organismos de seguridad del gobierno federal actuaron en contra de figuras como Malcolm X y Martin Luther King, así como otros menos conocidos internacionalmente, quienes sufrieron investigaciones y el trato particular de la prensa de la época, que los caricaturizó como personas peligrosas y contrarias a los intereses de su comunidad, logrando con cierto éxito que parte de ella se alejara de quienes realmente defendían los mejores Intereses de los afroamericanos y las diferentes minorías que en ese momento empezaban a cambiar la demografía de la ciudad de New York.

Hoy en día, es una práctica ampliamente utilizada, no solo contra líderes afroamericanos, figuras como el presidente Lula y los expresidentes Evo Morales y Rafael Correa, entre otros líderes latinoamericanos, han sido víctimas de esta estrategia política, en la que sus adversarios utilizan el sistema judicial para lograr lo que no pueden obtener por vía de elecciones democráticas.

Hay que reconocer que esto es más frecuente en territorios donde una sola fuerza política y/o económica controla la mayoría de las instituciones del poder judicial, llegando en algunos casos al canibalismo político donde una élite puede devorar a sus propios dirigentes porque esto no pone en riesgo el control de su territorio.

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